Si esto fuera un blog de un hipster outsider, afirmaría que odio las Navidades. Desde mi iPhone 6 Plus, acarrearía contra las lucecitas, como anzuelo al servilismo capitalista, y su gasto inútil de energía y dinero en tiempos de cambio climático y crisis económica. Manifestaría mi indiferencia hacia conceptos más de fondo como su sentido religioso, la familia, la solidaridad o, incluso, la ilusión que despierta toda la parafernalia entre los niños.
Y, por supuesto, si fuera una pija-progre criticaría, desde mi portátil MAC y tumbada en un bungalow en las Islas Maldivas, el materialismo inyectado en vena que desde hace una semanas va haciendo mella en nuestro subconsciente.
Sin embargo, sintiéndolo mucho, no soy nada cool ni hipster outsider. Me gusta la Navidad. Adoro que por milésima vez pongan en televisión Solo en casa, Gremlins o Mientras dormías; que mi casa del pueblo esté decorada con pocos Papa Noels horteras y, en cambio, sí con un enorme pesebre que simula la Palestina del niño Jesús, mientras que, en el jardín, las luces del abeto se encienden y apagan cuando oscurece.
Me encanta despertarme y ver por la ventana de mi casa del pueblo el paisaje escarchado o con niebla (¿Qué esperaban?¡esto es un pueblo de Lleida, señores!); apenas salir a la calle y perder el tiempo con juegos de mesa, películas y horas de tertulias con hermanos, primos y tíos. Y en mis paseos barceloneses dejarme cautivar por el alumbrado de sus calles y escaparates.
¡Madre mía! ¡Estas palabras parecen salir del blog de una celebrity publicado en la web de alguna revista femenina! Sí, esos oasis de la realidad, ubicados en la blogosfera, donde todo es maravilloso e ideal de la muerte y los Reyes Magos se llaman Louis Vuitton, Coco Chanel y Cristóbal Balenciaga. Lo reconozco, me he puesto ñoña en plan egoblogger, pero prometo que mi condición de treintañera y de periodista asalariada me privan de presumir de tales hazañas.
La ventaja de que no puedas escaparte a las islas Bartolomé a dejarte querer por el sol ni puedas estresarte por millones de compras porque tu sueldo no da para ello es que que a la fuerza vives una Navidad más austera y menos materialista, en definitiva, más auténtica. Yo solo pido que Ada Colau no las convierta en las fiestas de solsticio de invierno ¡Qué triste, que vayan desapariciendo tradiciones sobre las que se ha asentado nuestra civilización!
Así que si no sois ni un cínico, ni un pijo y os veis obligados a vivir una Navidad más sencilla, sólo desearos que sea feliz y auténtica.
Feliz y auténtica Navidad Isa Pi!! Y mil gracias :)
Feliz y auténtica Navidad!!!
¡Que viva la Navidad, las luces, los árboles, los reyes magos, la ilusión y los espumillones! Un beso.
Sí! Viva la Navidad!!!!